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.Beleño masculló una palabrota y entonces se acordó.¡Tenía la bendición de un dios!-¡A lo mejor me ha dado la fuerza de diez dragones! -dijo muy excitado, y al aferrar la cadena hizo un gesto de dolor por las manos cortadas.Con la idea de que alguien con la fuerza de un dragón no debería desanimarse por un dolor punzante, plantó bien los pies en el suelo, ahuyentó a la perra para que se quitara de en medio, y tiró de la cadena con todas sus fuerzas.Los eslabones le resbalaron en las manos y él acabó de culo en el suelo.Volvió a repetir la palabrota.Se puso de pie, lo intentó de nuevo y, esta vez, no soltó la cadena.La anilla de hierro no cedió.Beleño se dio por vencido y, siguiendo la cadena, regresó junto a Rhys, se arrodilló junto a su amigo y retiró de la cara inerte el pelo apelmazado por la sangre.Atta se tumbó a su lado y empezó de nuevo a lamerle la mejilla sin parar.-No nos vamos, Rhys -dijo Beleño-.¿Verdad, Atta?.¿Has visto, Rhys? Dice que no.Esta vez no nos marchamos.—Intentó dar un tono animado a la voz-.¡A lo mejor, la próxima vez que el suelo tiemble la pared se raja y se sueltan esas argollas!«Claro que si la pared se raja -se dijo para sus adentros- el techo se desplomará sobre nosotros y nos enterrará vivos, pero eso no lo mencionaré.»-Estoy aquí, Rhys.-Beleño tomó la mano inerte de su amigo entre las suyas y la apretó con fuerza-.Y también está Atta.El suelo empezó a temblar.13Bajo el agua teñida de rojo del Mar Sangriento, en el interior de la Torre de la Alta Hechicería, Basalto y Caele se afanaban en fregar y lustrar a fin de tenerlo todo preparado para la afluencia de hechiceros, alrededor de unos veinte Túnicas Negras escogidos que iban a abandonar su hogar en tierra firme para unirse a Nuitari.La Torre del Mar Sangriento estaba ahora abierta y preparada para iniciar su actividad.Tras la reunión con sus primos, Nuitari comprendió que ya no era preciso mantener en secreto la existencia de la torre.Le informó a Dalamar, portavoz de los Túnicas Negras, y le dijo al archimago elfo que transmitiera una invitación a cualquier Túnica Negra que deseara ir a estudiar en la nueva torre.Esa invitación incluía a Dalamar, que la declinó respetuosamente alegando que era preciso que los Túnicas Negras mantuvieran su representación en Wayreth.En secreto, Dalamar opinaba que antes se metería en una tumba que enterrarse en el fondo del mar, lejos del aire y de los árboles, del cielo azul y la radiante luz del sol.Así se lo comentó a Jenna.Como jefa del Cónclave, no le había gustado nada la decisión tomada por los dioses.Se oponía a que las tres Órdenes se separaran otra vez.Se había hecho lo mismo en los tiempos anteriores al Príncipe de los Sacerdotes, cuando cada Orden había reivindicado su propia torre, con trágicos resultados.Jenna hizo saber su oposición a Lunitari, pero la diosa de la luna roja estaba tan desmesuradamente complacida con tener la magnífica Torre de Wayreth toda para ella que no prestó atención.En cuanto a Solinari, su elegida, Coryn la Blanca, ya había empezado a organizar una expedición de Túnicas Blancas para ir a recuperar la torre maldita que anteriormente había estado en Palanthas y que ahora se hallaba en el centro del oscuro territorio de los muertos vivientes, Foscaterra.En cuanto a Dalamar, sus reservas no tenían nada que ver con la torre en sí, sino con su ubicación.Consideraba que tendría que haber una torre de los Túnicas Negras desde hacía mucho.Sólo Jenna albergaba serias reservas y realmente no podía perder tiempo en ocuparse del tema como seguramente habría hecho en otro momento.El Cónclave estaba de lleno metido en una agria discusión respecto al modo de ocuparse del asunto de los Predilectos ahora que los medios para destruirlos se habían dado a conocer.Los Túnicas Negras eran partidarios de reclutar ejércitos de niños que fueran a combatirlos.Corría el rumor de que algunos ya lo habían hecho así.A medida que la noticia y el miedo se propagaban, cualquier persona que tenía la desgracia de ser distinta de sus vecinos o que se había peleado con los ciudadanos o simplemente se encontraba en el sitio equivocado en el momento equivocado podía acabar acusada de ser un Predilecto y arrestada o atacada por la multitud.Puesto que los hechiceros solían ser gente misteriosa y reservada a la que generalmente se le tenía miedo, pasaron a ser objetivos fáciles.Jenna estaba trabajando con ahínco en desarrollar un conjuro con el que detener a los Predilectos, aunque sin resultado hasta el momento.Una torre en el fondo del mar era la preocupación que menos le quitaba el sueño, así que dejó a un lado el tema.Nuitari había ganado y era algo que debía agradecerle a Chemosh, cosa que al Señor de la Luna Oscura le parecía tremendamente irónico.Dentro de la torre, Basalto hacía las camas y Caele permanecía ocioso la mayor parte del tiempo, dedicado a mirar lo que hacía el enano.Se había subido un enorme montón de colchones del almacén.Los magos tenían que repartirlos por todas las habitaciones, ponerlos sobre los armazones de madera de las camas y a continuación cubrirlos con ropa blanca de cama y una manta.Los dos trabajaban en las estancias donde residirían los Túnicas Negras de alto rango, cada cual en sus aposentos privados.Los colchones para esos lechos eran de plumón de ganso, con sábanas de lino fino y mantas de la lana más suave.Las habitaciones para hechiceros de rango menor, algo más pequeñas, tenían colchones de paja.Los aprendices de hechicero compartirían cuarto y, en algunos casos, cama.De momento, sólo los hechiceros de rango alto habían recibido la invitación del dios y se esperaba su llegada a la mañana siguiente.-Vas a tener que ayudarme a mover ése -dijo Basalto, que señaló un colchón que estaba en lo alto del montón y que quedaba fuera del alcance de los cortos brazos del enano-.No llego.Caele soltó un sufrido suspiro de agotamiento y asió el colchón por las esquinas.Hizo un intento poco entusiasta y luego gimió y se llevó las manos a los riñones.—Con tanto subir y bajar cosas tengo una contracción muscular.—¿Y cómo le has hecho esa contracción? -Basalto le asestó una mirada feroz—.Lo más pesado que has levantado hasta ahora ha sido un vaso del mejor vino del señor.¡Y no creas que no pienso decírselo!-Lo he probado para ver si se había estropeado -replicó malhumoradamente Caele-.No querrías servir un vino en mal estado a cualquier archimago, ¿verdad?-Limítate a ayudarme con ese maldito colchón -gruñó el enano.Caele alzó las manos y, antes de que Basalto pudiera impedírselo, el elfo las movió mientras musitaba unas palabras [ Pobierz całość w formacie PDF ]